martes, 1 de julio de 2014

Teoría Revolucionaria: "Las tesis de abril" de Lenin


"Las Tesis de Abril" 
Autor: Vladimir Ilich Ulianov, Lenin (escrito en Abril de 1917) 
Edición del análisis: Fundación Federico Engels, 1988

Prólogo del articulista: La dialéctica y el partido bolchevique.

La dialéctica no es un concepto frío e inanimado de los libros de filosofía. La lucha de opuestos se da constantemente en todos los órdenes de la vida y sólo enfrentando la tesis con la antítesis podemos llegar a la síntesis. Nada escapa a esta lucha, ni siquiera el partido bolchevique. Aquéllos que crean que la labor (teórica y práctica) revolucionaria de Lenin y del resto de bolcheviques fue lineal, unánime y consensuada, está muy equivocado. En el partido bolchevique, como no podía ser de otra manera, había total libertad para debatir las diferentes estrategias para acabar con el capitalismo. Eran unos debates imprescindibles, ya que la realidad está en constante cambio y movimiento, y aunque el objetivo lo podemos tener claro, los caminos para conseguir ese objetivo dependen de las condiciones objetivas de la realidad concreta. Por  ello, los debates entre bolcheviques eran encendidos, acalorados e incluso viscerales (sólo hay que leer las actas de los congresos para comprobar cómo se gritaban los unos a los otros). Aquéllos que crean que en el partido bolchevique Lenin mandaba y el resto obedecía, están muy equivocados. Resumiéndolo mucho, el centralismo democrático consiste en la máxima libertad para debatir las estrategias y, una vez votadas, máxima unidad para llevarlas a cabo. Uno de los debates más importantes de la historia del partido bolchevique (y de la historia de la humanidad) se dio en Abril y mayo de 1917.

Tras la revolución democrático burguesa de febrero de 1917, en Rusia se creó un doble poder: el del Gobierno Provisional (el oficial, dominado por la burguesía y que seguía los dictados de las potencias imperialistas occidentales) y el de los Sóviets (comités democráticos de obreros y soldados). La dirección bolchevique de Petrogrado (cuyo comité central estaba dirigido por Stalin y Kamenev) adoptó una actitud ambivalente con respecto al gobierno provisional. El dilema al que se enfrentaba el partido bolchevique era obvio: Rusia era un país atrasado tecnológicamente y, a nivel económico, era principal y mayoritariamente agrícola. A excepción de algunos núcleos urbanos donde la industria se había desarrollado plenamente, la clase proletaria (la única clase revolucionaria) era una minoría, siendo superada con creces por el campesinado y por la pequeña burguesía. Por lo tanto ¿era necesaria la consolidación de una revolución democrático-burguesa que desarrollara las fuerzas productivas del país, algo imprescindible (en teoría) para llegar al socialismo? O dicho de otra manera: ¿el partido bolchevique debía o no apoyar al Gobierno Provisional, fruto (en teoría) de la revolución democrático-burguesa y que debía (en teoría) desarrollar esas fuerzas productivas? E.H. Carr lo resume mucho mejor que yo:

“La revolución de febrero de 1917 trajo de vuelta a Petrogrado, desde Siberia y desde el exilio en el exterior, a una multitud de revolucionarios anteriormente proscritos. (...) los miembros del Soviet, con pocas excepciones, se contentaban con reconocer en los acontecimientos de febrero la revolución burguesa rusa que establecería un régimen democrático-burgués según el modelo occidental, y posponían la revolución socialista a una fecha futura aún indeterminada. La cooperación con el gobierno provisional era la conclusión de este punto de vista, que compartían los dos primeros dirigentes bolcheviques que regresaron a Petrogrado: Kamenev y Stalin.” (E.H. Carr, La Revolución Rusa: de Lenin a Stalin (1917-1929), Ediciones Altaya, 1996, páginas 13).

Kámenev lo tenía claro:

“En lo que atañe al esquema general del camarada Lenin (...) nos parece inaceptable, por cuanto su punto de partida es considerar consumada la revolución democrático-burguesa y prevé la inmediata transformación de esta revolución en revolución socialista” (Kámenev, Pravda, número 27)

En cuanto a la guerra imperialista de rapiña llamada 1ª Guerra Mundial, la mayoría de los dirigentes bolcheviques defendían la teoría del “Defensismo revolucionario”: había que continuar con la guerra pero no con fines de conquista, sino solamente con fines de defensa.

“Mientras el soldado alemán obedezca al Káiser, el soldado ruso debe permanecer en su puesto, contestando a las balas con las balas y a los obuses con obuses. Nuestra consigna no debe ser un ¡Abajo la guerra! sin contenido. Nuestra consigna debe ser ejercer presión sobre el gobierno provisional con el fin de obligarle (...) a tantear la disposición de los países beligerantes respecto a la posibilidad de entablar negociaciones inmediatamente (...) entre tanto, todo el mundo debe permanecer en su puesto de combate” (Stalin, Pravda, 14 de marzo de 1914).

Lenin llegó a Petrogrado la noche del 3 de abril de 1917 con la intención de plantear las nuevas tareas del partido revolucionario y dar un giro a esa actitud ambivalente del Partido Bolchevique con respecto al Gobierno Provisional y a la participación en la 1ª Guerra Mundial. El 4 de abril, Lenin leyó sus tesis en dos reuniones: primero, en una asamblea de bolcheviques (delegados de la Conferencia de toda Rusia de los Sóviets de diputados Obreros y Soldados), y posteriormente, en una asamblea de delegados bolcheviques y mencheviques que deseaban estudiar el problema de la unificación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. “Las tareas del proletariado en la presente revolución”  fueron publicadas en el número 26 de Pravda (7 de abril de 1917). Debido a la controversia que generó las ideas de Lenin dentro del partido bolchevique, se decidió llevar el debate a la Conferencia Nacional del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, el 20 de abril de 1917. Lenin escribió “Cartas sobre la táctica” (escrito entre el 8 y el 13 (21 y 26) de abril de 1917) y “Las tareas del proletariado en nuestra revolución” (escrito el 10 (23) de abril de 1917). “Las Tesis de Abril” se completan con un epílogo escrito por Lenin el 28 de mayo (10 de junio) de 1917.

Otro valor añadido de “Las Tesis de Abril” es que en ellas podemos encontrar  ideas que serían profundamente desarrolladas por Lenin, unos meses después, en “El Estado y la Revolución”.

1. Actitud de los bolcheviques ante la 1ª Guerra Mundial.

Lenin lo tenía muy claro: para un marxista, el problema de la guerra sólo se puede plantear de manera revolucionaria.

“(...) es intolerable la más pequeña concesión al “defensismo revolucionario”. El proletariado consciente sólo puede dar su asentimiento a una guerra revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes condiciones: a) paso del Poder a manos del proletariado y de los sectores pobres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las anexiones c) completo rompiento de hecho con todos los intereses del capital. Dada la indudable buena fe de grandes sectores de defensistas revolucionarios de filas (...) y dado su engaño por la burguesía, es preciso aclararles su error de un modo singularmente minucioso, paciente y perseverante, explicarles la ligazón indisoluble del capital con la guerra imperialista y demostrarles que sin derrocar el capital es imposible poner fin a la guerra con una paz verdaderamente democrática y no impuesta por la violencia. Organizar la propaganda más amplia de este punto de vista en el ejército de operaciones. Confraternización en el frente” (Lenin, Las Tesis de Abril, pgs 3 y 4)

Tal como señala Lenin, las guerras no están determinadas por las buenas (o malas) intenciones de los contendientes, sino por el carácter de clase del gobierno que las hace.

“La guerra no ha sido engendrada por la voluntad maligna de los bandidos capitalistas, aunque es indudable que se hace sólo en interés suyo y sólo a ellos enriquece. La guerra es producto de medio siglo de desarrollo del capital mundial, de sus miles de millones de hilos y vínculos. Es imposible salir de la guerra imperialista, es imposible conseguir una paz democrática, una paz no impuesta por la violencia, sin derribar el Poder del capital y sin que el Poder del Estado pase a manos de otra clase, del proletariado (...) Esta revolución  ha dado el primer paso hacia el cese de la guerra. Pero sólo un segundo paso puede asegurar ese cese, a saber: el paso del Poder del Estado a manos del proletariado. Eso será el comienzo de la “ruptura del frente” en todo el mundo, del frente de los intereses del capital; y sólo rompiendo ese frente, puede el proletariado redimir a la humanidad de los horrores de la guerra y asegurarle el bien de una paz duradera.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 33)

Cuando se abandona una política de clase, es terriblemente frecuente caer en todo tipo de prejuicios pequeñoburgueses. Eso mismo le ocurrió a la II Internacional con su política social-chovinista apoyando a los gobiernos de sus respectivos países en la 1ª Guerra Mundial. Algunos “socialistas” justificaban el apoyo a la guerra porque las masas trabajadoras, embriagadas por el patriotismo, demandaban un apoyo al gobierno durante la guerra. Lenin lo deja muy claro: hay que estar con las masas, pero no podemos caer en los mismos prejuicios de las masas por miedo a que éstas nos excluyan. Por motivos estratégicos y para evitar caer en el sectarismo, podemos ser flexibles en las formas, pero en ningún caso podemos renunciar a nuestros objetivos para gozar del favor de las masas. Eso es oportunismo.

2. Ningún apoyo al Gobierno Provisional. La Revolución Democrática-Burguesa ha acabado.

Para Lenin, la revolución democrático-burguesa ya se había producido en Rusia. Tal como explica en las páginas 11 y 12 de “Las Tesis de Abril”, antes de la Revolución Rusa de Febrero-Marzo, el poder lo detentaba la nobleza feudal terrateniente y el Zar. A partir de la revolución democrático-burguesa de febrero y marzo, ese poder del Estado pasa de una clase a otra: la nobleza terrateniente pierde el poder del Estado y dicho poder pasa a manos de la burguesía. Ese traspaso de poder entre clases marca el triunfo de la Revolución Democrático-Burguesa. Marxistas dogmáticos como Plejanov se negaban a reconocer este hecho, ya que los frutos de la revolución democrático-burguesa todavía no se habían conseguido. A esto, Lenin responde lo siguiente:

“(...) concretamente las cosas han sucedido de modo distinto a lo que (...) podía esperarse: han sucedido de un modo más original, más peculiar, más variado (...) “La dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado” ya se ha visto realizada (en cierta forma y hasta cierto punto) en la revolución rusa, pues esta fórmula prevé solamente una correlación de clases, y no la institución política concreta que realiza esta correlación (...) “El Sóviet de Diputados Obreros y Soldados”: ahí tienen ustedes, ya plasmada por la vida, “la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y los campesinos (...) La dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado ya se ha visto cumplida, pero en forma extraordinariamente original” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 11 y 12)

A pesar de todo, Lenin no duda en señalar el carácter reaccionario del Gobierno Provisional de Kerensky, Lvov y compañía, cuyo carácter democrático-burgués es muy limitado, similar a la propia burguesía rusa, empantanada con la aristocracia zarista por miles de lazos económicos y familiares.

“La burguesía instaurada en el Poder ha formado un bloque (una alianza) con elementos manifiestamente monárquicos (...) El nuevo gobierno burgués (...) ha intentado e iniciado negociaciones con los Romanov para restaurar la monarquía en Rusia. Encubriéndose con fraseología revolucionaria, este gobierno entrega los puestos dirigentes a los partidarios del antiguo régimen y se esfuerza por reformar lo menos posible todo el aparato del Estado (ejército, policía, burocracia), poniéndolo en manos de la burguesía (...) Deja intacta la propiedad terrateniente del suelo, base material del zarismo feudal. Este gobierno no piensa siquiera en investigar, hacer públicos y controlar los manejos de las organizaciones financieras monopolistas, de los grandes bancos, de los consorcios y cártels capitalistas, etc. Las carteras más importantes y decisivas del nuevo gobierno (los ministerios del Interior y de la Guerra (...) de todo el aparato destinado a oprimir a las masas) se hallan en manos de monárquicos notorios y de partidarios reconocidos de la gran propiedad terrateniente (...) Kerenski, representante de los Trudoviques (grupo de demócratas pequeñoburgueses populista y rural (nota del articulista) y “socialista por añadidura”, no desempeña más papel que el de adormecer con frases sonoras la vigilancia y la atención del pueblo” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 24)

En conclusión, los Sóviets de diputados obreros, soldados y campesinos NO debían apoyar al Gobierno Provisional, por su carácter capitalista (fruto de la revolución democrático-burguesa) y por sus raíces con el zarismo (debido a la debilidad de la burguesía rusa).

3. ¡Todo el poder para los Sóviets!

Tal como dije en el prólogo, en Rusia existía un doble poder: el del Gobierno Provisional (que carecía de poder real) y el de los Sóviets (que tenía todo el poder en sus manos). 

“...La peculiaridad esencial de nuestra revolución, la que más imperiosamente requiere una atención reflexiva, es la dualidad de poderes, surgida ya en los primeros días que siguieron al triunfo de la revolución. Esta dualidad de poderes se manifiesta en la existencia de dos gobiernos: el gobierno principal, auténtico y efectivo de la burguesía, el  “Gobierno Provisional” (...) que tienen en sus manos todos los órganos de poder, un gobierno suplementario (...) encarnado en el Sóviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado, que no dispone de los órganos de Poder del Estado, pero que se apoya directamente en la indudable mayoría absoluta del pueblo, en los obreros y soldados armados (...)” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 26)

No obstante, los Sóviets no eran conscientes de su propio poder y se sometían y subordinaban voluntariamente a la autoridad del Gobierno Provisional.

“el Sóviet (...) de Petrogrado (...) entrega voluntariamente el Poder del Estado a la burguesía y a su Gobierno Provisional, le cede voluntariamente la primacía, suscribiendo con él el compromiso de apoyarle, y se contenta con el papel observador (...) En un Estado no pueden existir dos poderes. Uno de ellos tiene que reducirse a la nada, y toda la burguesía de Rusia labora ya con todas sus fuerzas (...) para eliminar, debilitar y reducir a la nada los Sóviets de Diputados Obreros y Soldados, para crear el Poder único de la burguesía.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pgs 26 y 27)

¿Y por qué los Sóviets cedían voluntariamente ese poder? Lenin señala varios motivos. El primero, por la influencia dañina del reformismo pequeñoburgués.

“Rusia está hoy en ebullición. Millones y decenas de millones de hombres que se habían pasado diez años aletargados políticamente, en quienes el espantoso yugo del zarismo y los trabajos forzados al servicio de los terratenientes y de los fabricantes habían matado toda sensibilidad política, han despertado y se han incorporado a la vida política.” ¿Y quiénes son esos millones y decenas de millones de hombres? Son, en su mayoría, pequeños propietarios, pequeños burgueses, gentes que ocupan un lugar intermedio entre los capitalistas y los obreros asalariados. Rusia es el país más pequeñoburgués de toda Europa. Esta gigantesca ola pequeñoburguesa lo ha inundado todo, ha arrollado al proletariado consciente no solo por la fuerza del número, sino también ideológicamente; es decir, ha arrastrado y contaminado con sus concepciones pequeñoburguesas de la política a grandes sectores de la clase obrera (...) Una actitud de confianza inconsciente hacia los capitalistas, los peores enemigos de la paz y del socialismo; eso es lo que caracteriza la política actual de las masas en Rusia (...) La debilidad numérica del proletariado en Rusia, su insuficiente conciencia de clase y su deficiente organización: he ahí el reverso de la medalla” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 27 y 28)

“Sólo luchando contra esa inconsciencia confiada (lucha que puede y debe librarse únicamente con las armas ideológicas, por la persuasión amistosa, invocando la experiencia de la vida) podremos desembarazarnos del desenfreno de frases revolucionarias imperantes e impulsar de verdad tanto la conciencia del proletariado como la conciencia de las masas.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 28)

Segundo motivo: porque los bolcheviques eran minoría dentro de los Sóviets.

“Reconocer que, en la mayor parte de los Sóviets de diputados obreros, nuestro Partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente a un bloque de todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas- sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado (...) Explicar a las masas que los Sóviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por tanto, mientras este gobierno (los soviets) se someta a la influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas. Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor de crítica y esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo tiempo la necesidad de que todo el Poder del Estado pase a los Sóviets de diputados obreros” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 5)

No obstante, Lenin no tiene la menor duda de que los Sóviets (asambleas democráticas) en cada barrio, fábrica, campo y cuartel son la futura forma de gobierno del pueblo, no sólo para organizar la vida económica, política y social del pueblo, sino también para rechazar los intentos de la burguesía y del zarismo para recuperar el poder.

“El Estado, en el sentido estricto de la palabra, es un poder de mando sobre las masas ejercido por destacamentos de hombres armados alejados del pueblo. Nuestro nuevo Estado naciente es también un Estado, pues necesitamos de destacamentos de hombres armados, necesitamos del orden más severo, necesitamos recurrir a la violencia para reprimir despiadadamente todos los intentos de la contrarrevolución, ya sea zarista o burguesa (...)”  (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 52)

Para impedir la contrarrevolución, es imprescindible la creación de milicias armadas bajo control de los Sóviets, o, lo que es lo mismo: el pueblo en armas.

“...La sustitución de la policía por la milicia del pueblo es una transformación que se ha derivado de todo el proceso revolucionario y que se está realizando actualmente en la mayoría de los lugares de Rusia (...) Sólo hay un medio de impedir la restauración de la policía: crear una milicia popular y fusionarla con el ejército (sustitución del ejército permanente por el armamento de todo el pueblo). A esta milicia deberán pertenecer absolutamente todos los ciudadanos y ciudadanas, desde los quince hasta los sesenta y cinco años (Lenin, Las Tesis de Abril, página 36)

Por otra parte, la opinión expresada por Lenin sobre el término "democracia" en es, a la vez, científica y práctica: científicamente, la democracia es una forma de Estado y los comunistas estamos a favor de la desaparición de cualquier Estado. No obstante, la palabra “democracia” está muy arraigada en la conciencia de la clase trabajadora. Por este motivo, siempre que se destine a labores de agitación y propaganda para atraer a las masas, se puede hacer uso de dicha palabra, siempre que se diferencie entre “democracia” burguesa y la democracia de los Sóviets (la auténtica democracia).

“La democracia es una de las formas del Estado, y nosotros, los marxista, somos enemigos de todo Estado. (...) Hay que mirar hacia adelante y no hacia atrás, no hacia la democracia de tipo burgués habitual, que afianzaba la dominación de la burguesía habitual con ayuda de los viejos órganos de administración, de la policía, el ejército y la burocracia monárquicas. Hay que mirar hacia adelante, hacia la nueva democracia naciente, que va dejando ya de ser una democracia. (...) La palabra “democracia”, aplicada al Partido Comunista (...) es una anteojera puesta al pueblo revolucionario que le impide emprender con libertad, intrepidez y propia iniciativa la edificación de lo nuevo: los Sóviets de diputados obreros, campesinos, etc., etc., como único Poder dentro del “Estado”, como precursor de la “extinción” de todo Estado.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pgs 52 y 53)

Conclusión: a nivel científico, los marxistas no luchamos por la “democracia” (ya que la “democracia” es una forma de Estado y nuestro objetivo final es acabar con la existencia de cualquier Estado) pero los marxistas sí luchamos por el sistema más democrático que ha conocido la historia de la humanidad, y que las masas identifican como auténtica democracia: la libertad de decidir nuestro propio destino a nivel económico, social y político de forma libre, igualitaria y solidaria, acabando con las clases sociales, con los opresores y los oprimidos. Sólo así el ser humano será libre.

4. La cuestión agraria.

La cuestión agraria no era un tema precisamente baladí en la Rusia de principios del siglo XX, no sólo porque el país, a nivel económico, era casi exclusivamente agrario, sino porque el grueso del ejército zarista estaba formado por campesinos. Lenin tenía que buscar un equilibrio en su proyecto de Reforma Agraria, que limitase la tendencia del campesinado a convertirse en un pequeño propietario pero sin quitarle la ilusión ni el incentivo de producir alimentos para el nuevo sistema proletario. La solución, de nuevo, está en los Sóviets: aunque la tierra es propiedad del nuevo Estado proletario, a nivel local los campesinos tienen la libertad de organizar la producción a través de los sóviets de campesinos y braceros. Sólo con el ejemplo práctico y la explicación paciente y constante, los campesinos abandonarán la pequeña hacienda y se orientarán a la gran colectivización, necesaria para el desarrollo industrial del país.

“...como partido del proletariado, tenemos la obligación absoluta no sólo de presentar sin demora un programa agrario (...) sino también de propugnar (...) diversas medidas de realización inmediata. Debemos exigir la nacionalización de todas las tierras (...) que todas las tierras existentes en el país pasen a ser propiedad del Poder Central del Estado (...) prohibir todo subarriendo de la tierra (...) 
Mas el derecho de disponer de la tierra y a determinar todas las condiciones locales para su posesión y disfrute, no debe encontrarse en modo alguno en manos de la burocracia, de los funcionarios, sino plena y exclusivamente en manos de los Sóviets de diputados campesinos regionales y locales. Para mejorar la técnica de la producción de cereales, aumentar las proporciones de ésta, desarrollar las grandes haciendas agrícolas racionales y efectuar el control social de las mismas debemos tender dentro de los comités de campesinos a transformar cada finca terrateniente confiscada en una gran hacienda modelo, bajo control de los Sóviets de diputados braceros (...) 
el Partido proletario debe explicar que el sistema de la pequeña hacienda (...) no está en condiciones de liberar a la humanidad de la miseria ni de su opresión. (...) el Partido del proletariado debe exhortar a los campesinos a efectuar sin tardanza y por propia iniciativa las transformaciones agrarias y la confiscación inmediata de las tierras de los terratenientes por acuerdo de los diputados campesinos en cada lugar.” (Lenin, Las Tesis de Abril, páginas 37 y 38)

5. El Internacionalismo efectivo.

La II Internacional fracasó definitivamente cuando fue incapaz de superar sus prejuicios chovinistas tras el estallido de la 1ª Guerra Mundial, y cada partido socialdemócrata apoyó los intereses (capitalistas) de sus propios países en la contienda, colaborando de facto en el asesinato mutuo de la clase obrera internacional a manos de intereses capitalistas. En ese momento, Lenin rompió definitivamente con la II Internacional y la consideró una herramienta herida de muerte. Por lo tanto, su objetivo era crear una nueva Internacional auténticamente revolucionaria. 

“Debemos llamarnos Partido Comunista, como se llamaban Marx y Engels. Debemos repetir que somos marxistas y que nos basamos en el Manifiesto Comunista (...) Los obreros no tienen patria: la “defensa de la patria” en la guerra imperialista es una traición al socialismo. (...) (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 51)

“Sólo hay un internacionalismo efectivo, que consiste en entregarse al desarrollo del movimiento revolucionario y de la lucha revolucionaria dentro del propio país, en apoyar (por medio de la propaganda, con la ayuda moral y material) esta lucha, esta línea de conducta, y sólo ésta en todos los países sin excepción. Todo lo demás es engaño y manilovismo” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 41)

“Estamos obligados, nosotros precisamente, y ahora mismo, sin pérdida de tiempo, a fundar una nueva Internacional Revolucionaria, proletaria; mejor dicho, debemos reconocer sin temor, abiertamente, que esa Internacional ya ha sido fundada y actúa.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 49)

Lenin se refiere a grupos auténticamente internacionalistas revolucionarios como “El grupo Espartaco” en Alemania (con Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo), parte del Partido Socialista Británico y del Partido Laborista Independiente, el Partido Socialista Obrero de Estados Unidos de América, etc (hay una lista detallada en las páginas 44, 45 y 46 de “Las Tesis de Abril”). Para describir cómo debe ser la actuación de un verdadero internacionalista revolucionario, Lenin pone como ejemplo a Carlos Liebknecht.

Carlos Liebknecht ha hecho un llamamiento a los obreros y soldados de Alemania, invitándoles a volver las armas contra su propio gobierno. Y lanzó este llamamiento abiertamente, desde la tribuna del Parlamento (Reichstag). Luego, llevando consigo proclamas impresas clandestinamente, se encaminó a la plaza de Postman, una de las mayores de Berlín, para participar en una manifestación bajo la consigna “¡Abajo el gobierno!” Fue detenido y condenado a presidio, donde está actualmente recluido, como cientos o quizá miles de verdaderos socialistas alemanes encarcelados por luchar contra la guerra. (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 44)

6. La cuestión nacional.

Lenin también aborda el tema de la cuestión nacional en sus tesis. De hecho, no podía dejar de hacerlo, ya que el Imperio Ruso era un monstruo burocrático que mantenía oprimidos a numerosos pueblos europeos y asiáticos. De nuevo, Lenin armoniza el derecho de los pueblos a la autodeterminación con la necesidad de la unión de todos los proletarios del mundo.

“...en la cuestión nacional, el partido del proletariado debe defender, ante todo, la proclamación y realización inmediata de la plena libertad a separarse de Rusia para todas naciones y nacionalidades oprimidas por el zarismo (...) El partido del proletariado aspira a crear un Estado lo más grande posible, ya que eso beneficia a los trabajadores; aspira al acercamiento y la sucesiva fusión de las naciones; mas no quiere alcanzar ese objetivo por la violencia, sino exclusivamente por medio de una unión libre y fraternal de los obreros y las masas trabajadoras de todas las naciones” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 39)


7. Epílogo del articulista: Lenin contra el dogmatismo.

La exposición científica de Lenin convenció a la mayoría de los bolcheviques, que votaron a favor de esta nueva línea estratégica. En cuanto a los líderes bolcheviques en Petrogrado, Stalin abandonó la postura del “Defensismo revolucionario” y apoyó las tesis de Lenin, mientras que Kamenev siguió creyendo que Rusia debía pasar por una etapa democrático-burguesa que desarrollara las fuerzas productivas.

Para concluir, quiero simplemente señalar que la idea fundamental de “Las Tesis de Abril” es la misma que se desprende de todas las obras de Lenin, esto es, que el marxismo no es un dogma inalterable ni una fórmula infalible para conseguir el éxito en los procesos revolucionarios. En “Las Tesis de Abril” Lenin tuvo que repetir principios del método marxista que, para todo marxista que se considere como tal, ya deberían estar más que asumidos:

“El marxismo exige de nosotros que tengamos en cuenta con la mayor precisión y comprobemos con toda objetividad la correlación de clases y las peculiaridades concretas de cada momento histórico. Nosotros, los bolcheviques, siempre nos hemos esforzado por ser fieles a este principio, incondicionalmente obligatorio si se quiere dar un fundamento científico a la política. “Nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción” decían siempre Marx y Engels, burlándose con justicia de quienes aprendían de memoria y repetían, sin haberlas digerido, “fórmulas”  que, en el mejor de los casos, sólo podían trazar las tareas generales, que necesariamente cambian en correspondencia con la situación económica y política concreta de cada período particular del proceso histórico” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 10)

“...el marxista debe tener en cuenta la vida misma, los hechos exactos de la realidad, y no continuar aferrándose a la teoría del ayer, que, como toda teoría, únicamente traza, en el mejor de los casos, lo fundamental, lo general, y sólo de un modo aproximado abarca la complejidad de la vida” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 12)

La realidad objetiva manda.

Juanjo Muñoz.

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