La batalla de las ideas

Las mujeres y los hombres de la CUT nos reivindicamos herederos de todas las tradiciones anticapitalistas y antifascistas que han luchado por un mundo mejor. Nos reconocemos en las generaciones y en los millones de luchadores antifascistas, republicanos, socialistas, anarquistas y comunistas que representan lo mejor, lo más noble y lo más heroico de los ideales, de la ética y de la actitud humanas. Somos deudores de esa herencia y de ese ejemplo y defendemos el proyecto socialista para la realidad concreta del siglo XXI: un socialismo democrático, sin clases sociales antagónicas, sin explotación de unos hombres por otros, que supere otras opresiones atávicas como el patriarcado o el racismo. Apostamos por una sociedad libre, ecologista, humanista, como el mejor proyecto para la emancipación, no de una clase solo, sino de toda la humanidad.

La CUT deja bien claro lo que quiere y la izquierda por la que apuesta:

UNA IZQUIERDA ANTICAPITALISTA, ALTERNATIVA, SUBVERSIVA, ANTISISTEMA, DE CLASE, UTÓPICA Y REVOLUCIONARIA. 
Una izquierda que en su discurso y en su práctica se enfrente al capitalismo no con ánimos de reformarlo sino de destruirlo para apostar por otro sistema en el que la clase trabajadora acceda a los medios de producción, la riqueza se reparta y la igualdad sea posible desde la creación de una economía solidaria donde el derecho al trabajo, la vivienda, la cultura y todos los derechos humanos estén verdaderamente al alcance de toda la ciudadanía. Esta izquierda debe ser subversiva en cada momento y claramente revolucionaria porque dentro del capitalismo no hay solución a los problemas que padece la humanidad. Nuestro discurso y nuestra práctica deben estar dirigidos a cuestionar un sistema que necesita del hambre, la desigualdad, la explotación y el terrorismo de Estado para mantener los privilegios y las ganancias escandalosas de una minoría ridícula de la sociedad. Sólo podemos entender a la izquierda como anticapitalista y esto significa que apostamos por un sistema económico y social alternativo a los diferentes modelos capitalistas (neoliberal, socialdemócrata, etc.). Este sistema no puede ser otro que el socialismo, sujeto al respeto absoluto a los derechos humanos y la más amplia libertad y democracia obrera, como condición para la construcción universal de una sociedad sin clases, sin estados, sin fronteras, la sociedad comunista. Una izquierda que luche por la desaparición de las clases sociales y del capitalismo debe ser capaz también de aspirar a realizar aquí y ahora aunque sea a retazos el modelo de sociedad que anuncia para pasado mañana. La izquierda tiene que situarse a la izquierda de lo posible, es decir, en lo que hoy parece imposible, para tratar de poner en práctica aquí y ahora experiencias que demuestren que otro modelo de ser humano y sociedad y otro mundo es posible. Una izquierda que sea capaz de construir en su círculo de influencia proyectos alternativos que demuestren resultados desde otra manera de hacer política. Para ello hay que aprovechar el acceso a los gobiernos locales y de ámbito superior para crear un contrapoder municipal, comarcal o nacional que desde la participación activa del pueblo pongan en marcha valores y acciones que van dirigidas inequívocamente a otro modelo de sociedad y otro modelo de desarrollo.

UNA IZQUIERDA NACIONALISTA, ANDALUZA Y SOBERANISTA.
Andalucía es una nación a la que le corresponde ejercer derechos colectivos como el derecho de autodeterminación. Las elites andaluzas, históricamente explotadoras de la tierra, siempre han participado del reparto en el sistema de poder español, extrayendo recursos de Andalucía para sus negocios foráneos. Es la razón por lo que jamás les ha interesado defender a Andalucía, manteniéndola en el atraso y el subdesarrollo. La defensa de Andalucía como nación libre y soberana corresponde, por tanto, a las clases populares y a la izquierda política y social. Por ello debemos enarbolar la defensa de la soberanía porque es una tarea de la clase trabajadora: la liberación de la nación pasa por la emancipación de clase. Por tanto, es tarea de CUTBAI contribuir a la construcción de un poder político obrero y popular soberano andaluz, una Andalucía libre, socialista y solidaria, así como aportar a la lucha por los derechos nacionales del Pueblo Andaluz, el reconocimiento de su nación y su soberanía, el desarrollo de la identidad nacional, cultura, lengua, etc. Desde nuestra fundación hemos negado la visión franquista y nacional-católica de España como nación única. España es un estado plurinacional, un estado donde conviven diversas naciones. Por ello, defendemos el derecho de autodeterminación de los pueblos y desde su soberanía, la libre adhesión a proyectos territoriales o entidades comunes.

UNA IZQUIERDA FEMINISTA Y ANTIPATRIARCAL. 
No se puede entender la lucha contra el capitalismo sin tener en cuenta la opresión específica que sufre la mitad de la población mundial por su condición sexual. Es por ello que cualquier proyecto emancipador debe incluir la lucha por la liberación de la mujer. La desigualdad de género y la opresión sobre la mujer es una evidencia: las mujeres siguen efectuando un 75% de las tareas domesticas y los salarios femeninos son inferiores (un 26,3%) al de los hombres. Las mujeres no tienen las mismas oportunidades económicas, laborales y sociales que los hombres y soportan las cargas sociales de los cuidados familiares y reproductivos. Trabajan en empleos con menor cualificación y mayor temporalidad, por lo que son más precarias en sus condiciones de vida. Esto las hace más dependientes. Sufren una doble explotación mediante la doble jornada: el trabajo remunerado y el trabajo doméstico. Pero, el patriarcado es muy anterior a la aparición del capitalismo. Cualquier análisis serio del origen de esta opresión sobre las mujeres parte de que la primera división social fue la división sexual del trabajo. Y con la aparición de la propiedad privada, en el Neolítico, pasó de ser una división cooperativa a convertirse en una división opresiva. Tareas, atributos, formas de ser, que son inculcadas por la sociedad, aparecen como naturales. El patriarcado ha sobrevivido a todas las sociedades. Donde hay un sector social que vive del trabajo ajeno, existe también el patriarcado. Esto denota la unidad dialéctica entre las relaciones de explotación y las de opresión. Patriarcado y capitalismo son solidarios entre sí, ya que las mujeres como género están destinadas bajo este sistema a realizar una serie de tareas que no entran en la esfera del funcionamiento del capital, pero que le son necesarias al sistema para existir, como por ejemplo, todo el trabajo realizado en el ámbito de lo privado. El patriarcado implica que la historia de la humanidad se escribió siempre en masculino, negando a las mujeres y, por lo tanto, negando la posibilidad de una humanidad plena. Pero bajo el capitalismo, esto une y no puede dejar de unir la lucha contra la opresión de la mujer al destino histórico de la clase obrera. El feminismo revolucionario de clase contrasta tanto contra aquellos sectores que separan la lucha contra la opresión de género de la lucha por acabar con la explotación capitalista de la clase obrera, como también contra aquellas corrientes de izquierda que tienden a diluir la especificidad de la lucha contra el patriarcado en la lucha por acabar con la explotación obrera. En el primer caso, lo que se pierde de vista es que la lucha contra la opresión de la mujer está unida por mil lazos de solidaridad a la lucha de la clase obrera contra la explotación capitalista y por el socialismo. Esto es así en la medida en que no hay manera de crear las condiciones materiales para acabar con las relaciones de opresión y, entre ellas, la del género, sin acabar con la explotación del sistema que es la base sobre la cual se levanta el edificio del resto de las relaciones de desigualdad social. Al mismo tiempo, una lucha feminista que sea verdaderamente revolucionaria se plantea en todos los órdenes de la vida. Y se plantea en el combate frontal contra el sistema que es capitalista y patriarcal. Por ello, nos esforzaremos por estar presentes y visualizar a la izquierda soberanista andaluza no sólo en las efemérides feministas (8-M, 25-N) sino también en la defensa diaria de los derechos de las mujeres en los centros de trabajo y en el conjunto de la sociedad.

UNA IZQUIERDA ECOLOGISTA. 
En el mundo actual no es creíble ninguna alternativa de superación del capitalismo que no tenga como un pilar básico la apuesta por el medio ambiente y la naturaleza. Y esto es debido a que el sistema capitalista en su etapa senil ha llegado tal punto de aberración que está poniendo en peligro la propia existencia de la vida en nuestro planeta. La ecología es inseparable de la economía, del modelo de producción, de las energías utilizadas y de la vida social de las gentes. Es por ello que desde nuestro compromiso con la preservación de la biodiversidad y la sostenibilidad, apostamos por una ecología política de izquierdas, que cuestione el capitalismo y cualquier modelo depredador con el medio ambiente. No se puede ser verde sin ser rojo y viceversa.

UNA IZQUIERDA MUNICIPALISTA. 
La izquierda y el municipalismo están estrechamente unidos. Municipio en francés -“Comuna”- dio lugar al término “comunismo”. El estudio del primer estado obrero de la historia, la Comuna de París, por Marx y Lenin, fue clave para la edificación de la democracia obrera soviética. Cuanto más cercano esté el poder a las personas tanto más fácil es lograr cambios profundos y mejoras sustanciales. La izquierda es municipalista o no es izquierda. Los Ayuntamientos deben ser vehículos de transformación de la realidad, no una parte del estado que gestione miserias presupuestarias, sino un contra-poder que siembre la semilla de la subversión contra el sistema. Los gobiernos municipales deben promover acciones a favor de la mayoría social más vulnerable articulando políticas y servicios públicos con garantías dentro del marco de la transparencia, coherencia con nuestro ideario y una impoluta gestión en lo moral y económico. Los principios de justicia y equidad deben impregnar toda la labor política y es necesario la promoción de igualdad de oportunidades desde la participación.

UNA IZQUIERDA SOLIDARIA, ANTIIMPERIALISTA, INTERNACIONALISTA
Y ANTIMILITARISTA.
El capitalismo y el imperialismo suponen guerra y destrucción de la riqueza y la vida. La lucha anti-imperialista no se entiende sin combatir el armamentismo y el militarismo y sus aditamentos materiales. El combate contra el imperialismo tiene una tarea concreta en nuestra nación: luchar por el desmantelamiento de las bases militares en nuestra tierra, luchar por el desmantelamiento de las bases de Gibraltar, Morón y Rota. La solidaridad con los pueblos que luchan por su liberación nacional (Palestina, Sahara, etc.), que enfrentan al imperialismo (Cuba, Venezuela, etc.), con las luchas obreras y populares en todo el mundo es un deber revolucionario. Nos seguiremos oponiendo a las intervenciones militares imperialistas, incluidas las realizadas bajo la excusa “humanitaria” o bajo el pretexto de la defensa de la “democracia”, con o sin el aval de la ONU. Como la historia ha demostrado, al imperialismo sólo le interesan los beneficios, nunca ha movido un dedo por la libertad y la democracia en ningún país del mundo. Por eso denunciamos la invasión imperialista de Afganistán e Irak y la más reciente de Libia, así como la que preparan contra Siria e Irán. Nuestro nacionalismo es de clase, revolucionario e inequívocamente internacionalista no sólo por principios e ideas sino también porque la liberación nacional y social de Andalucía depende mucho de la liberación de otros pueblos y naciones sometidas al atropello del mismo enemigo que no es otro que el capitalismo imperialista.

UNA IZQUIERDA REPUBLICANA.
Somos una fuerza republicana que aboga por la abolición de la monarquía y la instauración de la república andaluza. Una izquierda monárquica es una contradicción en sus propios términos. Toda institución monárquica, al estar fundamentada sobre un privilegio de nacimiento, es ya de por sí profundamente antidemocrática. La república es expresión de la democracia radical. Nuestro republicanismo no tiene nada que ver con el republicanismo burgués. Repúblicas fueron los estados que se conformaron tras las revoluciones obreras y socialistas triunfantes. Nuestra apuesta republicana es de clase y socialista. Nuestro republicanismo tampoco tiene nada que ver con las monarquías republicanas donde un presidente deja la jefatura del estado a su hijo. La herencia familiar en una república es un contrasentido y una aberración antidemocrática. Nuestro republicanismo tampoco tiene que ver con la aceptación a priori del actual marco estatal español. La soberanía de los pueblos y el proceso constituyente andaluz por el que abogamos debe decidir de abajo arriba el marco territorial. No tenemos ninguna objeción a la bandera de la II República porque ante todo es un símbolo antifascista y antifranquista. Pero no podemos luchar por la III República Española puesto que nuestro proyecto no es español, nuestro proyecto es darles voz a los pueblos para que decidan y desde el ejercicio de su soberanía acuerden en cada momento el marco de colaboración que quieran establecer. Esta posición no excluye la lucha contra la monarquía española puesto que su caída significará una enorme conquista para los pueblos oprimidos del Estado español y para el pueblo trabajador andaluz. La restauración de los Borbones fue una decisión política del franquismo y una imposición, al igual que la «unidad de España», del régimen surgido en La Transición. La monarquía española es reaccionaria hasta el tuétano, mantiene hilo directo con los poderes económicos, el imperialismo y las fuerzas armadas y defiende sus intereses. El monarca situado por encima de todas las instituciones, mando supremo del ejército y no sujeto a responsabilidad penal alguna es un enemigo declarado de los pueblos y de la clase obrera. La abolición de cualquier monarquía siempre es objeto de celebración, pero la caída de esta monarquía en particular no sólo representará una fiesta democrática sino la oportunidad histórica de empoderar al pueblo andaluz y a otros pueblos y ejercer la soberanía desde abajo. Nuestra propuesta es una República andaluza de trabajadores y trabajadoras constituidos bajo los principios de igualdad y justicia. Una república que garantice el crecimiento sostenible, el desarrollo armónico sin dejar atrás a ningún sector de su comunidad, en particular, a aquellos más vulnerables.

UNA IZQUIERDA ÉTICA, COHERENTE Y AUSTERA. 
Ninguna formación política, y más si cabe si se sitúa en la izquierda, puede gozar de credibilidad si no pone en valor la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Tenemos que responder como personas y como organización al discurso que realizamos o de lo contrario perderemos toda la credibilidad. La ética además en política y en una sociedad dividida en clases sociales exige un compromiso con las personas explotadas y empobrecidas y esa opción desde luego nos tiene que llevar a vivir sin privilegios respecto de la gente que decimos representar. La solidaridad y su práctica exige ejemplaridad y por lo tanto austeridad y aunque esto resulte duro y difícil en una sociedad de consumo como en la que vivimos.



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